Llueve. Gotas sin frío
en septiembre.
Eres como una viña,
naciente otoño anclado
en las hojas templadas
y maduras, arriba
aún sobre las copas
de las cepas de árbol,
en tropel, nunca solas,
con la lluvia que ha arado
un cerro o un tejado.
Llueve. Gotas sin frío
en septiembre.
Vuelvo a ser una niña
de lluvia. Se han gestado
crepúsculos y albas
con la lluvia tejida
por tus manos hermosas,
por un cristal mojado
y por la caracola
que cultivo a mi lado,
caracola de partos.
Llueve. Gotas sin frío
en septiembre.
Llueve. Ríes. Y giran
el otoño, cambiando
viña y hojas gastadas,
cerros y tejas míticas,
el tropel de las copas
de árboles callados,
el arado que evoca
amadas y amados,
niña en cristal, tu marco.
Llueve. Gotas sin frío
en septiembre.
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