No sé de qué material se hacen los días perfectos,
no sé de qué ropajes se envuelven,
aromas, sabores, colores.
Tal vez la música de un río, el dibujo de una casa
con su hierba irreal, limpia, fresca y monótona.
Tal vez sean sábanas, una luna llena,
un frescor azul
que inunda las ventanas.
Tal vez millones de pequeñas cosas o un par de cosas enormes.
Tal vez, simplemente, el coraje y la inocencia de creer.
No, no sé de que secretos se nutren, de qué fantasías se llenan.
No sé si quiero saberlo.
El hoy es un frágil rival para el eterno mañana,
un valiente cruzado para un dragón implacable
de cuya boca de acero brota un rumor lógico,
cargado de datos y estadísticas,
que todo lo niega y lo fulmina,
lo analiza,
lo remeda,
lo destruye.
Un dragón vestido de colores chillones
que repite una y otra vez los mismos versos,
como la navidad cuando nos echan de la infancia.
La verdad es poco ejército para el peso de la realidad.
Huracanes de noes, huracanes de nadas,
pondrán los puntos sobre las íes, resolverán los algorritmos,
y querrán poner los verbos en pasado,
me querrán convencer de que estuve vivo un día,
de que sentí el aroma del río y el color de la hierba.
de que hubo brisas enredadas en tu cuerpo,
de que sobre tu piel lloré mi vida, mi muerte y mi renacimiento.
Abrázate a lo que será, susurran,
y que una sonrisa condescendiente lo desnude de sentido.
No.
Yo no.
Yo estoy.
Yo siento.
Yo lloro.
Música, sábanas, hierba, luna, brisa.
Azul.
Vivir es amar.
ResponderEliminarEs precioso, César.